14.7.09

Sobre La felicidad ajena (II)

Ajena está -la felicidad-en los párpados (en todas sus marchitas posibilidades), también en Conjuro contra villanos, Reunión de directorio, Nunca lo diré, Qué fantástico. Y al alcance -pero escurriéndose- en En su lugar, en el azul enloquecido, en Ciertas compulsiones, en Extremidad.

La tercera persona escuda al testigo en Ley (pero hay un acá), En su lugar, Falible receta, Desmoronamiento (en este, cuidadosamente evitada la deixis, pero deja un “otra”), Última trasnoche, Después del brindis y Mitigación. El tú, el vos, la segunda, encierra el yo que es esa otra: la de la ilusión, con cuerpo de mujer, collar secreto, pero en desgarro; casi también son de ella la purpurina y el corsé. Ante él se desmerece: chica de barrio, con tanta máscara, maniquí, cartón y velos. Mientras la recién nacida -sabia- es testigo y poeta. El yo se involucra en el decir, la traductora.

Hay una especie de anclaje sesentista: el pop junto a la tanguerita, los íconos de la tv y la historieta... Es el sesenta pero envejecido, el kitsch de hoy a la distancia, hecho de lo que fue "moderno".

Y el todo, la suma de los poemas, muestra un deber ser femenino, que llega tarde, se ironiza, pero sangra, con impostura que duele porque se ajó, se hizo decadente. La distancia de la voz poética no juzga, se implica en caídas y fallos, le sale mal encajar en eso. Ironía y ternura porque, de todos modos, pone el cuerpo.

Genoveva Arcaute
Docente, narradora, poeta y periodista, sus blogs son http://revista-humor.blogspot.com/ y http://www.genovevaarcaute.blogspot.com/

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