“Es que hay ardor
en la aureola, en cada minúsculo
aspecto del acontecimiento.”
El suceso, refugio de lo visible, procedimiento de lo inmaterial, es sacudido en su docilidad superficial: figuras maleables que recortadas de su centro/cuerpo ajeno, marcan un borde/pulso que interpela a coser, atar, rematar. Imposible enhebrar el desgarro, no ya como motivo sino como objeto de una poética que derrama, desgasta, erosiona. Un cercenamiento que corroe principalmente las redes semánticas, para rodear y acechar códigos extraños a ese quehacer poético que no logra mitigar, ni calmar el dolor que arruga la música. La sintaxis, pliegues contraídos que irradian en cada grieta nacarada, dispersa, esfuma, hace hablar a una voz fragmentada que asoma doliente y filosa como la punta de un iceberg, para esconderse, inmediatamente al acontecimiento, detrás de neblinas que la hienden: “Hay mudez incitando el apagón”- afirma y retrocede- construyendo un saber que es un tormento sobre las certezas. Fórmula abyecta que “los espías nunca deben dejar caer en manos enemigas”.
Victoria Palacios
Publicado en el último número de la revista "Los bigotes de Dalí" http://www.losbigotesdedali.com.ar/
9.7.09
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