10.4.09

Henri Michaux

Ciega, a través de la larga barrera de sufrimiento, durante un mes remonta el río de la vida, navegación atroz.
Paciente, en lo innombrable tumefacto vuelve a trazar sus formas elegantes, teje de nuevo la camisa de su fina piel. Es la curación. Mañana caerá el último vendaje, mañana...
*
Su felicidad reía en su alma. Pero todo era un engaño. No duró mucho esa risa.
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La sabiduría no llegó, dijo Polágoras. El habla se estrangula más, pero la sabiduría no llegó.
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Vino con las lluvias mi camarada, aquel que dicen que cada cual tiene a sus espaldas.
Vino con las lluvias, triste, y todavía no se ha secado.
Hice algunas salidas después. Desembarqué en nuevas costas. Pero no pude desentristecerlo. Ahora me canso. Mis fuerzas, mis últimas fuerzas... Su ropa mojada -¿o ya es la mía?- me hace estremecer. Será preciso volver.
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Flujo, flujo sin fin impugnando las restricciones, las delimitaciones, colmando, colmando, mausoleo que también se hundiría. Sobre olas propuestas, olas mías, olas tuyas, olas viajando sobre olas.
Momentos, momentos sin rumbo, sin acotaciones, sin regresar, sin reunirse, fluyentes, independientes.
Un momento tallo, un momento desarmado, un momento que pasa apurado. Un momento precede, un momento se precipita, un momento llama , el eco de un momento.
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De Antología poética 1927-1986
Traducción de Silvio Mattoni

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