21.6.09

María Auxiliadora Álvarez

la rosa de la descomposición
grave fue la disputa entre la destrucción y la alquimia
pues ¿Quién podría admirar la rosa de la descomposición?

¿quién haría un lugar para un tallo de color invisible
despuntando desde la podre-recie-dumbre?

Feroz fue lo inexorable Contundente como un chirrido
de rama calcinada


piedras de reposo
todo lo que quiero decirte hijo Es que atravieses el sufrimiento

Si llegas a su orilla si su orilla te llega Entra en su noche y déjate hundir
que su sorbo te beba que su espuma te agobie Déjate ir déjate ir

Todo lo que quiero decirte hijo Es que del otro lado del sufrimiento
Hay otra orilla

encontrarás allí grandes lajas Una de ellas lleva tu forma tallada
con tu antigua huella labrada Donde cabrás exacto y con anchura

no son tumbas hijo son piedras de reposo
con sus pequeños soles grabados y sus rendijas


La realidad social la construimos entre todos, por desidia o por participación, por ignorancia o por deliberación, te involucres o no ahí está y uno es su hacedor también (...) pocas veces llegamos hasta el momento en que el vencido no puede hablar. Cuando puedes hablar, todavía no has sido vencido.

Me signa la necesidad de la poesía de la búsqueda de la esperanza. Porque creo que el que nombra puede hacer un poco más de aire si lo invoca o lo ofrece o lo busca. Y me cansa el peso de la oscuridad (...) Hablo de la oscuridad como de la reflexión que se solaza en la desgracia. Creo que el gran reto es sobrevivir de la manera más intacta que podamos. Dejarse caer es lo más natural. Por eso me gusta esa línea de pensamiento que se siente de muchas maneras en tantos poetas que no se dejan caer, o que caen de pie.

Algunos poemas de María Auxiliadora Álvarez (Caracas, 1956) y fragmentos de la entrevista a la autora publicada en el último número del Diario de Poesía.

Más sobre su obra en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-4479-2008-11-08.html

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