manos contraídas que, en su delirio,
irradian espejismos.
Hay mudez incitando el apagón,
días que transcurren
en puestas en escena baladíes.
¿Baladíes, dije? Es que hay ardor
en la aureola, en cada minúsculo
aspecto del acontecimiento.
De La felicidad ajena
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