31.1.09

Irene Gruss

Dichosos

Dichosos los que baten palmas
y hacen ruido con los pies,
y contestan a los títeres, al
actor que bromea y ríen,
dichosos,
el sordo que canta y silba
y el ciego afinado que mueve su cuerpo
y apunta su cara al cielo.
Dichosos los que saludan
por la calle,
bailan, sueltos
de andar, de nada para perder,
más pudorosos que Dios,
sinvergüenzas, dichosos.
Dichosos los que copulan
dormidos, y al despertar
copulan despiertos,
los viejos que charlan con
sus atadillos, y se burlan de las palomas
y del frío.
Dichosos los que lloran
porque son tristes
y los que ríen cuando
la lluvia empapa lo puesto
a secar, dichosos
el rojo, el azul y el amarillo.

para mis hijos

De La dicha

Iguales

"Señora, hace una semana que yo la conozco a usted. Cada mañana usted llega con un traje diferente; y sin embargo, yo no. Cada día llega usted pintada y peinada como quien tiene tiempo de pasar en una peluquería bien elegante y puede gastar buena plata en eso; y, sin embargo, yo no. Yo veo que usted tiene cada tarde un chofer en un carro esperándola a la puerta de este local para recogerla a su casa; y, sin embargo, yo no. Y para presentarse aquí como se presenta, estoy segura de que usted vive en una vivienda bien elegante. Nosotras las mujeres de los mineros, tenemos solamente una pequeña vivienda prestada y cuando se muere nuestro esposo o se enferma o lo retiran de la empresa, tenemos noventa días para abandonar la vivienda y estamos en la calle. Ahora, señora, dígame; ¿tiene usted algo semejante a mi situación? ¿Tengo yo algo semejante a su situación de usted? Entonces, ¿de qué igualdad vamos a hablar entre nosotras? ¿Si usted y yo no nos parecemos, si usted y yo somos tan diferentes? Nosotras no podemos, en este momento, ser iguales, aun como mujeres, ¿no le parece?"

Domitila Barrios de Chungara

27.1.09

Esclavos

“Nos fuimos de Capital porque había demasiados controles” fue lo que dijo ante las cámaras de canal América Joaquin Ticlla , el dueño del taller esclavo ubicado en la Avenida San Martín 938, en el partido del mismo nombre y a pocas cuadras de Nobleza Piccardo y Carrefour. En ese taller, hasta ayer, diez costureros eran sometidos a trabajo esclavo, en agotadoras jornadas de 6 a 22 horas. La mayoría de los costureros había sido traído directamente de Bolivia con promesas engañosas, la minoría había sido reclutada en la esquina de Cobo y Curapaligue. Todos estaban indocumentados. Al mediodía del martes 13, Alfredo Mamani, un costurero de 23 años, llegó a la Alameda con su esposa y su beba de dos meses. Su cara estaba desfigurada: un ojo destrozado, el labio inferior hinchado, el cuello rasguñado, su remera desgarrada y con manchas de sangre y su tabique fracturado (ver foto). Su sangre también había quedado en el taller textil de San Martín, donde trabajaba de sol a sol junto a sus compañeros por una paga miserable que ni siquiera se efectivizaba. El costurero fue reprendido por el encargado, un tal Marcelo, por no hacer la tarea que se le había encomendado minutos antes y lo agredió con el rodillo de la over en el rostro y luego lo golpeó sin miramientos. La insólita agresión era claramente una excusa para agredir y echar al costurero sin pagarle las deudas salariales que venía reclamando desde hace semanas. A fines de diciembre y principios de enero, las expulsiones violentas de los costureros son un clásico en la industria textil clandestina: termina la temporada y fabricantes y talleristas se desembarazan de sus esclavos con cualquier excusa, lanzándolos a la calle.
Gustavo Vera, presidente de la cooperativa la Alameda
http://laalameda.wordpress.com/2009/01/14/cronica-y-fotos-de-la-esclavitud-en-la-tierra-de-nadie/

24.1.09

todo idilio debería ser pleno. y toda muerte, recuperable

la poesía es una isla, con sus palmeras, sus lianas, su runrún, un edén: la invitación perpetua a la pereza abismada de la aventura. al mismo tiempo, es una isla en la que vive lo tremendo y se conoce el mal por su nombre y sus signos, y los unos se comen a los otros. las flores son la prueba de la existencia de un "más allá". la vida para la poesía es vida en la poesía: pétalo en la corona, o la corte de abejas que rodea al capullo como una nodriza virgen, blanca, cruel, milagrosa. la sabiduría de la abeja está en sus ojos. la verdad de la poesía, en lo minúsculo: la coma, el caracol, el corte, el bulbo, la elipsis. todo idilio debería ser pleno. y toda muerte, recuperable. toda palabra podría querer aspirar, como mínimo, a presumir su inocencia. y el sexo es un misterio espiritual, la primera poesía (cifrada: como las marcas del áloe y el betel sobre el cuerpo saben sugerir: "las diversas posturas que adoptó la amada, / con su amante, en el momento del placer". Amaru.). poesía es amor verdadero y debido respeto hacia lo verdaderamente grande: lo más débil, lo desolado, lo desatendido, lo inminente. y la peripecia de la semilla en su vuelo desde lo más alto hasta la tierra es la lección del maestro, semejante a la renuncia de la mariposa. ¿yo?: pronombre de la primera persona singular, provisorio y controversial locus amoenus que podría albergar, quizás, un aliento que no es de nadie, porque como dice la campana fósil: "yo soy la muerte de la muerte. me llaman cordero. soy un león fuerte".

Bárbara Belloc

22.1.09

Michel Foucault

“Si el poder no fuera más que prohibiciones, si no hiciera otra cosa que decir no, ¿se le obedecería?"

De La microfísica del poder

20.1.09

Héctor Viel Temperley

5

Ahora que soy de poros sobre el pasto,
y que tendido aquí en tu sombra siento
que entre la hierba el cielo es todavía
azul, como es azul arriba nuestro;
uno en el otro, todavía en tierra
pero mojados ya por todo el cielo,
el cuerpo en medio del azul, sin alas
pero entre nubes, contra el sol y el viento,
tú en mi mano, tú azul, tú por el aire,
yo te veo, mujer, y yo me veo.

De El Arma, 1953

7.1.09

Tapados

carga bolsas
inmensas
de tapados
que huelen
a bicho muerto
pero su pelo
brilla al sol
igual que allá
en el campo
no puede hablar
apenas murmura
que le pesan las bolsas
el dobladillo
muestra el forro
su costura de oro
y la risita es
para el patrón
de dientes falsos.

De la serie Cama caliente

2.1.09

Eduardo Álvarez

Estoy en una casa, la llamo loft.
Yo digo que es un loft
porque es alta y continua.
Duermo en un diván:
el diván ha terminado
por hacerse al cuerpo
y el cuerpo al diván.
Todo debe estar cerca:
por ejemplo, la radio
cerca del bocho
y a distancia del brazo.
La comida, un kilo de pan diario,
por caso, en el diván y al alcance.
El vaso con agua, igual.
El libro de turno, en el sillón.
Papel y lápiz, ahí.
El celular, desgraciadamente cerca.
El maldito Valium bien lejos...
El maldito Valium bien, bien, lejos...

Publicado en la sección del taller de escritura de la Revista Hecho en Buenos Aires (número de diciembre de 2008)