24.1.09

todo idilio debería ser pleno. y toda muerte, recuperable

la poesía es una isla, con sus palmeras, sus lianas, su runrún, un edén: la invitación perpetua a la pereza abismada de la aventura. al mismo tiempo, es una isla en la que vive lo tremendo y se conoce el mal por su nombre y sus signos, y los unos se comen a los otros. las flores son la prueba de la existencia de un "más allá". la vida para la poesía es vida en la poesía: pétalo en la corona, o la corte de abejas que rodea al capullo como una nodriza virgen, blanca, cruel, milagrosa. la sabiduría de la abeja está en sus ojos. la verdad de la poesía, en lo minúsculo: la coma, el caracol, el corte, el bulbo, la elipsis. todo idilio debería ser pleno. y toda muerte, recuperable. toda palabra podría querer aspirar, como mínimo, a presumir su inocencia. y el sexo es un misterio espiritual, la primera poesía (cifrada: como las marcas del áloe y el betel sobre el cuerpo saben sugerir: "las diversas posturas que adoptó la amada, / con su amante, en el momento del placer". Amaru.). poesía es amor verdadero y debido respeto hacia lo verdaderamente grande: lo más débil, lo desolado, lo desatendido, lo inminente. y la peripecia de la semilla en su vuelo desde lo más alto hasta la tierra es la lección del maestro, semejante a la renuncia de la mariposa. ¿yo?: pronombre de la primera persona singular, provisorio y controversial locus amoenus que podría albergar, quizás, un aliento que no es de nadie, porque como dice la campana fósil: "yo soy la muerte de la muerte. me llaman cordero. soy un león fuerte".

Bárbara Belloc

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